“No hay que dar lugar al debate entre los anti-vacunas y pro-vacunas"
En su libro “Pensar con Otros: Guía de supervivencia en tiempos de Posverdad”, Guadalupe Nogués refleja su lucha constante contra las posturas insalubres que desatan epidemias y problemáticas sociales.
La autora se define como “bióloga molecular retirada de la mesada”, actualmente abocada a la comunicación y divulgación de la ciencia. Desde su antiguo cargo docente en un colegio secundario, hasta su actual desempeño como escritora para El Gato y la Caja, Nogués dedicó su vida a una lucha que busca desmitificar las posturas anti-vacunas a través de la comunicación.
El 14 de junio presentó su obra en el Salón del Círculo Médico de San Luis junto a Pablo González, editor de El Gato y la Caja. El evento, fue organizado por el Sindicato de Docentes e Investigadores Universitarios San Luis (SIDIU), la Sociedad Argentina de Pediatría y la Universidad Nacional de San Luis (UNSL).
Para introducir su libro, la bióloga explicó cómo aplicó la categoría filosófica de la “Posverdad” para referirse al descreimiento que algunos sectores de la sociedad mantienen con respecto a cuestiones de salud pública, como la vacunación obligatoria.
Según Nogués, la “Posverdad”, definida como “lo relativo a las circunstancias en las que los hechos objetivos son menos influyentes en la opinión pública que las emociones y las creencias personales”, debe ser identificada rápidamente por la comunidad para no seguir propagando información falsa respecto a temas de salud o interés general.
El pensamiento crítico, la introspección y la empatía son las herramientas propuestas por la autora para apalear las falsedades que giran en torno a la agenda de salud pública.
Durante su visita, la autora dialogó con elchorrillero.com y explicó cómo deben involucrarse los profesionales de la comunicación para lidiar con las “fake news” y datos ficticios.
¿Qué particularidad tiene este libro para abordar la postura anti-vacunas? ¿Por qué se habla de libro “vivo” o “libro abierto”?
La propuesta del Gato y la Caja fue plantear el libro como un proceso abierto. Durante ese proceso, yo estaba en mi casa escribiendo el libro y cuando sentía que estaba listo Pablo González lo editaba y me ayudaba a ordenar un poco la información. Una vez terminado ese trabajo publicábamos el capítulo mientras yo seguía escribiendo los otros. Luego, leía los comentarios de los seguidores sobre el capítulo publicado y lo re transformaba y enriquecía a partir del público.
La propuesta de ellos fue rara, porque no funcionaron como una editorial tradicional, fue más bien ir mostrando el proceso de escritura a la comunidad, que es muy crítica y experta, así que fue hermoso.
Al inicio de la presentación señaló que tuvo un acercamiento a la “Posverdad” en torno a las vacunas siendo profesora en un colegio secundario. ¿Cómo fue esa experiencia?
Fue muy extraña, y ahora la veo como un punto fundacional en mi vida, pero en ese momento sentí que fallé como docente.
Yo enseñaba Biología en un colegio secundario, y en una oportunidad estaba hablando de las vacunas. Ahí fue cuando una alumna me dijo “las vacunas hacen daño”, yo no supe hasta ese momento que había gente que no se vacunaba, que dudaba al respecto. En la clase, cuando le pedí una explicación la estudiante me respondió “no son buenas porque contienen metales”, y demás ideas que luego supe que eran mitos estándar.
Siguiendo mi intuición básica, yo opté por darle información sobre las vacunas, pero fracasé estrepitosamente. La información no funciona, lo que funciona es todo lo otro. Sucede que en ese momento pensé “bueno lo que pasa es que esta chica no sabe, le explico y lo soluciono”. Después de esa experiencia, que fue muy frustrante, fui metiéndome de lleno en esto.
Primero, entendí que esa chica no es una sola, sino que hay todo un grupo de personas que piensa igual. Y si la estrategia de brindar información no funciona, ¿qué hacemos?, ¿cómo nos acercamos? Y ahí fue cuando me fui metiendo lateralmente en particular en vacunas, y hoy hablo con un montón de personas que están en estas dudas o me encuentro con médicos y profesionales de salud para ver cómo puedo mejorar la comunicación. Es esa la clave.
¿Cómo debería abordarse la problemática anti-vacunas en los medios de comunicación para no seguir perpetuando la Posverdad?
Es una buena pregunta. Lo que no hay que hacer definitivamente es dar lugar al debate entre los anti-vacunas y pro-vacunas. Porque eso le da presencia y entidad a una postura que no es equivalente. Porque la postura en contra de las vacunas no tiene sustento.
Lo que sí, porque tampoco se puede hacer de eso un “tema tabú” del que no se habla, un medio podría decir “hay personas que dudan de las vacunas”. No hablar de “movimiento” anti-vacunas, porque no es algo organizado ni que sigue un sistema.
Yo diría que los medios deberían informar y decir “hay personas que dudan de las vacunas, y eso representa un riesgo porque podrían volver las enfermedades”. Nosotros sabemos que las vacunas son efectivas y saludables, que previenen y salvan millones de vidas por año en el planeta, y hay que dar información correcta, decir que existe la postura contraria pero no darle más entidad. No se debería invitar a alguien para entrevistarlo sobre su postura anti-vacunas.
¿Cómo evalúa las políticas públicas mantenidas por el Estado en torno al calendario de vacunación argentino?
Un calendario de vacunación indica cuales son las vacunas que deben colocarse en cada etapa y esa información está clara. Hay determinadas vacunas que siempre son gratuitas y obligatorias.
Lo que se nos complicó este año en Argentina fue la llegada de las vacunas, por algunas cuestiones de logística. Son temas más bien operativos, pero tampoco es una excusa, no está bien y debe solucionarse, porque cada chico sin vacunar es un riesgo enorme.
En este país tenemos un calendario de vacunación que es un lujo. Hay que cuidarlo y se está cuidando. Todas las gestiones de gobierno lo cuidan siempre.
¿Cómo podría sobrellevarse la Posverdad en torno a la vacunación en el caso de las comunidades originarias, donde la postura anti-vacunas tiene bases culturales?
Los mitos circulan, y una vez que circulan es muy difícil cortarlos. Pero se pueden hacer cosas, lo que funciona muy bien es el trabajo local con las comunidades que tienen otras culturas y tradiciones, eso hace la diferencia.
El que una enfermera o médica que se acerque a la comunidad y dialogue logra generar ese vínculo para después empezar a vacunar. Esa es una cosa que el Estado no logra solventar. Y presentarlo como una obligación no sirve porque si bien son obligatorias, eso no quiere decir que te voy a vacunar contra tu voluntad.
La obligatoriedad se refiere a que es tu deber como ciudadano vacunarte a vos y a tus hijos. Pero esto no se puede hacer a la fuerza, por eso lo que se busca en este tipo de cuestiones culturales es el acercamiento empático a través del vínculo, de ahí en más las vacunas se van dando.
Tiene mucho que ver con eso, son esfuerzos individuales de personal hospitalario, que a veces asumen el compromiso de cargarse esa tarea al hombro.
Hace un par de años estuve en una comunidad menonita muy grande de La Pampa, donde no hablan español, y los chicos no están bajo la ley federal de educación. Son autónomos, y no tienen ningún amparo estatal. Sin embargo hay una enfermera del hospital de la zona que va con la heladera de las vacunas, conoce a los niños de la comunidad y sus edades. Ellos no van al hospital, pero esa enfermera hace que el hospital llegue hacia ellos. Desde ahí se puede hacer la diferencia, desde los pequeños actos de amor individuales.
Para el Chorrillero Antonella Biondi